viernes, 19 de noviembre de 2010

Jacinto Gutiérrez (3º parte)

... anormalidad fácilmente subsanable es que Jacinto Gutiérrez después de que le pasan la picana por los huevos sigue sin hablar, que estas tres personas, saben cuáles son las partes sensibles del cuerpo, y los huevos de hombre son muy sensibles como usted podría comprobar si recibiera un pelotazo en los mismos, es por esa razón que ahora uno de los sujetos se dedica a darle más voltaje a ese aparato que le dije, entonces tengo que volver a describir a los cuatro individuos que están en la leonera: uno que controla la cantidad de electricidad, uno que pasa la picana por los huevos y a veces putea, el tercero que pregunta por los nombres y también, a veces, putea y el cuarto, obviamente, es Jacinto Gutiérrez que también lo tenemos que nombrar, que, aunque él no nombre a sus compañeros, nosotros sí lo nombramos a él y al señor Manuel Malvés y si no hemos procedido de igual modo con estos tres señores que acabamos de describir ha sido simplemente porque verdaderamente no sabemos sus nombres, situación que, de alguna manera, nos preocupa, porque si usted, señor lector, nos preguntara, con los instrumentos que el señor Manuel Malvés tiene a su disposición para requerir información, nosotros simplemente estaríamos gritando del modo en que Jacinto Gutiérrez lo está haciendo en este momento pero no hablaríamos porque verdaderamente no sabríamos los nombres de estas tres personas, a las cuales las hemos llamado “personas” en primer lugar porque la palabra carece de subjetividad y no queremos faltarle el respeto a nadie, y en segundo lugar, porque, repito, no sabemos sus nombres, solo sabemos que están en la leonera y que el de los controles pone la palanca al máximo, de modo que Jacinto Gutiérrez siente espasmos en el pecho y quiere sacar el ardor con un grito que es ayyyy y no un nombre de compañero, pero eso no les sirve ni a las tres personas, ni al señor Manuel Malvés ni, por supuesto, a usted, señor lector, y ese grito se hace interminable hasta que el de los controles baja la tensión y entonces Jacinto Gutiérrez deja de gritar y solo jadea, y el que pregunta le vuelve a decir “dale cantá, con quién estabas en la reunión de ayer” y nosotros nos damos cuenta de que el verbo cantar es una metáfora que utilizan estos tres señores aunque poetas no sean, que mientras diga los nombres de los compañeros a ellos les da igual que sea en forma de canto o pronunciación común pero Jacinto Gutiérrez no los dice, ni los pronuncia, ni los canta, Jacinto Gutiérrez les hace frente, por eso el de los controles sube otra vez la palanca y Jacinto Gutiérrez vuelve a sentir el ardor desde los huevos hasta la cabeza mientras el que pregunta, pregunta, el que pasa la picana, pasa la picana y el de los controles, controla que no se le muera, que muerto no dice los nombres y a él no le importan los nombres pero a Manuel Malvés sí, pero, en realidad, a Manuel Malvés no le importan tampoco porque a él se lo han preguntado otros tipos que requirieron del servicio policial, y él sabe para quiénes funciona el servicio policial pero no le importa para qué quieren los nombres y a nosotros tampoco nos importan los nombres pero simplemente queremos informarlo a usted, señor lector, que para eso estamos relatando lo que sucede en la leonera y por eso le contamos que el que pasa la picana ahora se la pasa por los ojos, que también es parte sensible, y Jacinto Gutiérrez comienza a temblar nuevamente y además del ardor en el cuerpo siente el olor a pelo quemado que es el de las pestañas y otra vez grita, que cuando grita dice ayyyyy de manera desgarradora, como si le doliera cada letra de la exclamación pero no dice nombres de compañeros porque, a pesar del dolor, Jacinto Gutiérrez solo piensa en su hijo, entonces el de los controles sube un poco más y mira las agujas y fíjese lo que es la tecnología, señor lector, que una aguja mide la tensión del aparato y otra aguja marca el ritmo del corazón de Jacinto Gutiérrez o de cualquier persona que esté en esa situación, que la leonera no es solo para Jacinto Gutiérrez, y fíjese que de esa manera, una persona medianamente profesional puede hacer que los interrogados que no hablan lleguen al límite del dolor y se mantengan en esa zona por un tiempo, que de otra manera, difícilmente se lograría, y es eso lo que hace el que controla, que sube la palanca y cuando ve que la agujita que marca el corazón empieza a alterarse vuelve a bajar la tensión y así Jacinto Gutiérrez deja de gritar y, aprovechando el silencio, el que pregunta reinicia el interrogatorio “dale hijo de puta decíme los nombres y te dejamos” que es así como pregunta porque, además de preguntar, insistimos, putea, lo que constituye, por qué no decirlo, una falta de respeto que nosotros, señor lector, debemos reproducir contra nuestra voluntad y con la única intención de mantenernos fieles a los sucesos que le estamos relatando.
Desde mi punto de vista, creo que el menos afortunado en cerebro de estos tres individuos es el que pasa la picana que hasta ahora no ha tenido muchas ideas originales y hasta los compañeros piensan lo mismo que yo, y es por eso que no quiere ser menos y ante la mirada de los otros dos, que quedan sorprendidos, sale sin decir nada y cuando vuelve, vuelve con un balde de agua y el tipo piensa que con esa idea está resultando más cruel que sus compañeros y que por eso lo van a respetar, porque el agua potencia los efectos de la electricidad en el cuerpo y eso lo sabe porque es un profesional y eso lo llena de orgullo, que ideas como ésta no se le ocurren a ningún tonto, pero el agua es fresca y fue sacada de un pozo y no es culpa del agua que esté en la leonera y cuando va en el balde, ella ya sabe que para qué será usada y quiere enfriarse y cuando el que pasa la picana arroja el baldazo sobre la cama, el agua le mira la cara a Jacinto Gutiérrez y se hace fresquita para limpiarle el sudor y la sangre que son otras aguas como ella y para aliviarle el ardor que Jacinto Gutiérrez siente en todo el cuerpo y el agua le dice: “eres un héroe, puedes irte” y el que controla ve cómo la agujita que mide el corazón se altera y luego bruscamente baja.
Se llamaba Jacinto Gutiérrez, les hizo frente. (Termina el primer capítulo)

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