viernes, 26 de noviembre de 2010

El pajarito (2º parte)

Han pasado seis horas, el tiempo suficiente como para arreglar la escena, Jacinto Gutiérrez ya está colgado de la celda con un cinto que fue de Manuel Malvés y que lo ha cedido a modo de colaboración con la institución. El canario quiere saber qué sucederá con el hombre que ha visto morir, por eso lo volvemos a ver, señor lector, en esa rama con la cara de horror que ya le dije. Entonces se queda tranquilo porque ve al estricto doctor Pirovano que, a raíz de las sospechas, ha ido a fiscalizar el lugar del incidente de manera personal y el pajarito sabe que el estricto doctor Pirovano es un buen padre de familia y que es un señor muy aplicado en su trabajo. El pajarito lo conoce porque el estricto doctor Pirovano le deja semillitas en un platito y el pajarito le canta un poco mientras come. El estricto doctor Pirovano hace un estudio de la situación, cerciora que el cuerpo está colgado y sin querer pasa por alto los dientes rotos, los labios lastimados, y tampoco puede ver las dos costillas quebradas, que para eso faltaría una radiografía, ni las quemaduras en la muñeca, ni los hematomas en los huevos, ni el párpado cortado al punto que casi le salta el ojo, que el estudio debe ser ligero y a otra cosa mariposa, que éste no es el primero ni será el último, que a veces hay excesos pero la institución funciona y que bueno, es lamentable pero no hay dudas de que el señor Jacinto Gutiérrez ha tomado la triste decisión de suicidarse por propia voluntad, que si se trata de un suicidio no puede ser voluntad de otra persona y ahí está su firma, que a eso ha venido. Pero el pajarito está mirando por la ventana, “Yo lo vi, ellos lo mataron”, dice desde la rama, “no se suicidó, lo mataron” y salta de una rama a la otra, “piripipí, piripipí”, que por muy cerebro de pajarito que tenga, se da cuenta del engaño pero qué puede hacer el pajarito, salvo gritar la verdad.
Pero el pajarito volará y seguirá volando, cantará de árbol en árbol: “Yo lo vi, ellos lo mataron” y les explicará la verdad a todos los canarios y ellos le dirán: “Que se haga justicia, yo te ayudo” y así, en cada uno de los árboles se escuchará el trino de los canarios cantando lo que le sucedió a Jacinto Gutiérrez, que los canarios quieren que se sepa la verdad; pero detengámonos en el idioma, porque los canarios se entienden porque manejan el mismo idioma, por eso cada vez que ven al señor Manuel Malvés o al estricto doctor Pirovano o a los tres tipos, los canarios les gritan piripipí que quiere decir “asesino”, pero eso no preocupa a estos sujetos que no entienden el idioma pájaro y si lo entendieran, tampoco se sentirían ofendidos porque cada uno tiene su oficio. (fin capítulo II)

1 comentario:

  1. no podría ser de otra manera, verdad mariano !!
    la intolerable verdad, para algunos, de aquellos dias y para otros solo un dolor que continua, en el alma.
    Gracias una y otra ves.
    jorge chamorro

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