miércoles, 8 de diciembre de 2010

La lluvia

Llueve, señor lector, pero que la lluvia no nos impida continuar nuestro relato. Así que busquemos un lugar reparado donde no nos mojemos y aprovechemos este tiempo para describir un poco el trazado urbano de la ciudad donde se han desarrollado los lamentables sucesos que le estoy contando, que esta historia necesita un poco de ambientación y hasta que no terminemos el capítulo, la lluvia no amainará. Allá está la fábrica donde trabajaba Jacinto Gutiérrez, que si no sigue trabajando es porque lo han matado como ya empiezan a saber todos, que la noticia igual se supo aunque el servicio policial, con la inestimable intervención del estricto doctor Pirovano se haya pronunciado en otro sentido. Fíjese, hoy tenemos las tres chimeneas apagadas y si ha ocurrido eso, como usted puede darse cuenta, es porque la situación está ligeramente complicada, que después de todo si se ha cometido algún lamentable exceso es normal que la gente se altere, así que a lo hecho, el pecho, hoy las tres chimeneas no funcionarán y es probable que mañana tampoco pero bueno, a jugar se ha dicho con las cartas que Dios nos ha dado, que si la situación es ésta, de algún modo las tres chimeneas tienen que volver a funcionar, obvio que sin Jacinto Gutiérrez, que él se ha suicidado en la comisaría, y tiempo al tiempo, y veamos quién resiste más, que no es por deseo del patrón ni mucho menos del señor Manuel Malvés que las cosas se han dado de este modo, porque el primero, créame, no quisiera otra cosa que ver las tres chimeneas funcionando como lo han hecho en los últimos 50 años y al segundo, es decir, al señor Manuel Malvés, no le interesan este tipo de cuestiones, solo le han solicitado que el servicio policial intervenga y si Jacinto Gutiérrez ha decidido negarse a dar los nombres de los compañeros qué puede hacer él. Pero sigamos describiendo la ciudad, que por ahora la lluvia no afloja y no lo quiero dejar falto de información: hacia los costados usted puede apreciar las casas de los obreros, que son un poco más chicas que las que hay en el centro, que esas son de los patrones y de personas que han tenido suerte en la vida como el señor Manuel Malvés, el estricto doctor Pirovano y el comerciante Carlos Bayo, que usted conoce a los dos primeros pero no a este último y si lo nombro es porque se aviene al relato, así que aguárdese que ahora sólo estoy hablando del trazado urbano y no quiero demorarme mucho porque tengo que describir aquella plaza que también queda en el centro y eso es porque la ciudad que estamos viendo tiene un trazado urbano clásico, es decir, con una plaza en el centro, luego casas grandes, luego están las casas chicas de los obreros y hacia un costado, la fábrica, que ya la nombré pero no dije que quedaba hacia un costado, y queda allí porque las tres chimeneas producen humo, solo que ahora no lo hacen porque están apagadas y esto es así por el paro, no porque no produzcan humo. Me falta, para terminar de describir la ciudad, señalarle la comisaría donde han matado a Jacinto Gutiérrez que también queda en el centro frente a la plaza. De allí está saliendo el señor Manuel Malvés, sale cubriéndose con un paraguas para no mojarse, sin embargo, por más paraguas que tenga eso es inevitable con esta lluvia que todavía no amaina. Mojarse la ropa en un día de lluvia como éste no sería un gran problema pero recordemos que esta lluvia tiene un poco de sangre de Jacinto Gutiérrez, así que, de alguna manera, lo vemos al señor Manuel Malvés con su ropa manchada de sangre.
De a poco, la lluvia afloja, caen la última gotitas, y desde la tierra mojada, donde caen las última gotitas aparece el hijo de Jacinto Gutiérrez y dice: “Yo seguiré tu batalla, venceré al patrón”, que esto ya lo dijo y lo repetirá hasta el final; y luego cae otra gota de lluvia y aparece otro obrero con los puños apretados y dice: “haremos justicia”, y luego otra gota y aparece otro obrero y dice: “no tenemos miedo” y luego otra gotita y otro obrero dice: “Basta” y otra gotita y otro obrero dice: “no nos detendremos”. Y así por cada gotita que cae a la tierra aparece un nuevo obrero angustiado, emocionado, con pancartas en la mano, dispuesto a hacerle frente al patrón, que ellos son los compañeros de Jacinto Gutiérrez y que gotitas hay muchas y obreros también y cada uno va gritando por Jacinto Gutiérrez y se juntan en grupitos y empiezan a cantar y a marchar por las calles, que las calles están correctamente diseñadas porque esta ciudad tiene un trazado urbano clásico para que la gente deambule o circule o transite libremente, aunque en este caso las utilicen para reclamar justicia, de modo que a medida que cesa la lluvia y van apareciendo los obreros con sus pancartas, empiezan a marchar hasta la plaza de la ciudad y es claro que si la gente está en la plaza que queda en el centro, no puede estar, al mismo tiempo, en la fábrica que queda hacia el costado y es por eso que las chimeneas no funcionan.
Pero también usted puede apreciar que gracias a que la ciudad tiene un trazado urbano clásico, junto a las calles y avenidas se han plantado muchos árboles de distintas especies que la embellecen, porque los árboles dan sombra y color, sobre todo ahora que ya no llueve y parece que las hojas reverdecieran. Y aunque, tal vez, no dependa del trazado urbano, en esos árboles que le digo han ido a vivir una cantidad de pájaros que es bueno que la ciudad mantenga algo de naturaleza y es por eso que están los árboles y también los pájaros, que es en los árboles donde hacen sus nidos, por ejemplo aquel nido que se ve, que todavía están reparando de las fuertes lluvias que han caído y de ese nido sale un canario y cuando ve a los obreros que van a la plaza del centro gritando por Jacinto Gutiérrez se le llenan de agua los ojos por la emoción y llama a los gritos a su mujer para decirle: “sal mujer y mira, la gente me ha entendido”. Obviamente, este diálogo es en idioma canario. (Final Capítulo V)

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