viernes, 3 de diciembre de 2010

La Tota (1ª parte)

A esta señora la llaman la Tota, la Tota es flaca como un palo de escoba. Si usted, señor lector, tuviera un mínimo de buen gusto repararía en que no es agradable que una persona se llame Tota pero coincidamos en que peor sería que esa persona se llamara Palo de escoba, por eso la Tota prefiere que le digan así y no Palo de escoba porque, para peor, ella trabaja limpiando casas y se pasa todo el día con una escoba en la mano. Es decir, que si la llamaran Palo de escoba y, por el trabajo que ella realiza, tuviera que tener un palo de escoba en la mano, la situación sería doblemente desagradable. Por eso, nosotros la llamaremos Tota o la Tota y no Palo de escoba y utilizaremos ese término para el palo de escoba propiamente dicho, que ése sí, no tiene otra manera de llamarse. Prosigo y aclaro un dato que acabo de deslizar de manera errónea: la Tota no trabaja solamente en casas de familia, porque ella trabaja donde la llamen o mejor dicho donde le paguen, que si ella trabaja barriendo es porque quiere ganar plata y no por vocación y, como en el caso que nos importa a ella le pagaron para que limpie la comisaría, es allí donde la estamos viendo en este momento a punto de cumplir su tarea.
“Tota, deje todo limpito”. El que dijo eso fue el señor Malvés y si yo le transcribo este comentario es, en primer lugar, porque quiero que usted repare en que el señor Manuel Malvés se dirige a la Tota en los mismos términos en que nosotros lo hacemos, es decir, le dice Tota y no Palo de escoba, y en segundo lugar, y para nosotros más importante, para que usted observe que el señor Manuel Malvés tiene un interés especial en que su área de trabajo retorne a la limpieza habitual, sin el polvillo ni las manchas de sangre de Jacinto Gutiérrez que han aparecido ese día, después de todo, las manchas de sangre también son suciedad. Será porque el señor Malvés la trata con respeto, que la Tota realiza su trabajo sin inconvenientes, incluso a estas horas de la tarde, que si el señor Manuel Malvés la ha llamado de urgencia para requerir sus servicios, es bueno que el personal cumpla. Ella limpia, el señor Malvés le paga y encima la trata con respeto. No está nada mal para alguien a quien más de una vez la han llamado Palo de escoba.
Ahora la Tota está barriendo y está pensando en que un muchacho la ha invitado a bailar el fin de semana y como la Tota no quiere parecer una regalada le ha dicho al muchacho que lo va a pensar y que después le va a responder, pero la Tota le ha dicho eso con una sonrisita que dice que sí, que por supuesto, que el muchacho no es gran cosa pero que una está bien dispuesta, que solicitudes de este tipo no son muy frecuentes en alguien que bueno, es cierto que algunos kilitos más no le harían nada mal, pero que si ha conseguido una invitación para el baile del fin de semana, por algo será, ya veremos, que se espere un poco porque la Tota tampoco es una regalada pero bueno, justo en este momento, la verdad, ella no tenía ninguna otra invitación así que por qué no caballero, que justo se iba a comprar un vestido nuevo que le infla un poco el pecho que lo demás es bastante armónico y tampoco ese muchacho con la nariz que tiene va a ser muy pedigüeño, que si lo fuera, no la habría invitado. Y yo la veo a la Tota tan pensativa, tan baile del fin de semana, que me da pena proseguir. Yo quisiera que la Tota barra polvo, papelitos, hojitas secas, alguna piedrita, pero no, la Tota tiene que limpiar la mancha de sangre de Jacinto Gutiérrez que ha quedado en el piso. Es una mancha de sangre y agua y un poquito de polvo que, en realidad eso solo es lo que tendría que limpiar si no hubieran matado a Jacinto Gutiérrez o, desde otro punto de vista, si Jacinto Gutiérrez no se hubiese negado a declarar el nombre de sus compañeros como usted puede comprobar con la lectura del primer capítulo. Pero lo cierto es que el cuerpo de Jacinto Gutiérrez fue retirado sin vida bajo la estricta vigilancia del estricto doctor Pirovano y para que todo vuelva al orden sólo falta que la Tota limpie la mancha de sangre de Jacinto Gutiérrez y eso, después de todo, no es una tarea muy difícil de realizar, solo que la Tota hoy está sensible y no es por culpa mía que esté sensible, sino, claro está, la culpa es del muchacho este del que venimos hablando, que aparentemente es un poco narigón y que pese a ello, ha invitado a la Tota al baile del fin de semana, seguramente con intenciones y pensando que la Tota se le iba a regalar. Pero no, la Tota, nosotros lo sabemos, y usted, señor lector, también, no se ha regalado y le ha dicho a este energúmeno que se espere, que después le va a contestar y, si bien le ha respondido con una sonrisita, solo lo hizo para que este señor no piense que se le niega de plano y salga disparado a invitar a otra, y si pese a lo adecuado de su conducta, la Tota se ha puesto sensible, eso ha sucedido porque ella sabe de quién es la sangre esa que está en el piso y también sabe por qué mataron a Jacinto Gutiérrez y ahí soy yo el que está contando mal la historia porque si ella sabe que a Jacinto Gutiérrez lo mataron es porque alguien le ha dicho que no se suicidó aunque eso es lo que a nosotros nos dijo el estricto doctor Pirovano, que nosotros no queremos cuestionar a una eminencia consagrada en su alto saber. Pero la Tota llora y llora y llora y como está mirando la mancha de sangre, las lágrimas le ruedan por la mejilla y se le caen de la cara ¿y dónde caen? En la mancha de sangre. Y a la Tota se le cae una gota y otra gota y el agua de las lágrimas se mezcla con el agua de la sangre y es como que la Tota no quiere limpiar la mancha porque ahora también tiene sus lágrimas. (Continúa)

1 comentario:

  1. bueno Mariano, yo creo que esto se pondrá muy interesante. Realmente pintoresco.
    continuamos esperando....

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